A tres años de la firma definitiva de los acuerdos de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP y pese a los esfuerzos de las víctimas y organizaciones de sociedad civil que hemos creído en este proceso para que la implementación se realice de manera adecuada y respetando lo acordado, el panorama actual no es nada alentador.
Las realidades que enfrentan los territorios que históricamente han sido golpeados, impactados de manera desproporcionada por el conflicto armado, y en especial los grupos étnicos son lamentables. Se vive en la zozobra, en estado de confinamiento, enfrentando violaciones de abusos sexuales, reclutamiento de menores, amenazas y asesinatos de líderes, lideresas, defensores y defensoras de Derechos Humanos, hostigamientos, atentados contra las autoridades étnicas, desplazamientos forzados, entre otros casos.
El Acuerdo de Paz y en especial el capítulo étnico, representa no solo la terminación de un conflicto que duró más de 60 años y la dejación de armas por parte de los integrantes de este grupo al margen de la Ley, sino también la oportunidad para construir esa Paz justa y duradera, para perdonarnos y reconciliarnos, para soñar con la esperanza de que se puede caminar hacia una Colombia diferente con justicia social.
Desde la C.N.O.A. hemos asumido estos retos y desafíos que nos invitan a seguir construyendo colectivamente, a unirnos como pueblo afrocolombiano a continuar trabajando en pro de la visibilización y el reconocimiento y hacia una inclusión adecuada.
Como convergencia hacemos un llamado al gobierno nacional, a los órganos de cooperación internacional y demás organizaciones de Sociedad Civil para que se proteja lo pactado y se garantice la implementación de los acuerdos, del capítulo étnico y de la Plan Marco de implementación. Así mismo para que se acompañen a los territorios donde se ha recrudecido el conflicto armado y se brinden las garantías de prevención y protección de los derechos.