“¿Iguales? Sí, pero no todos. ¿Libres? Sí, pero tampoco todos. ¿Solidarios? Pero exclusivamente entre gente <civilizada>, es decir cristiana, propietaria y educada [Ah! Y, por supuesto, blancos]”. (Maria Emma Wills – 1998)
En esta segunda entrega, seguimos con nuestra intención de reflexionar sobre el papel que ha tenido la población afrodescendiente en las gestas de independencia, pero también analizamos cuál es el papel que hemos tenido en estos 200 años de vida Republicana, para lo cual, aportamos algunos elementos y hechos históricos que han sido invisibilizados.
En el artículo que publicamos el 20 de julio, señalábamos que Simón Bolívar le había prometido a Alexandre Petion la emancipación de las personas negras esclavizadas como agradecimiento al enorme apoyo que éste le había dado. Sin embargo, Bolívar no cumplió con su palabra, puesto que, según algunas cartas enviadas a Santander, el “Libertador” temía el ascenso político de la población afrodescendiente.
Al parecer el ascenso de la población negra a instancias de poder (la pardocracia), aterraba a la élite blanca-criolla, a pesar de que la población afrodescendiente aportó de forma crucial en el proceso de independencia. Tanto así que el 25 julio de 1819, durante la Batalla del Pantano de Vargas, cuando Simón Bolívar se vio vencido y dijo “se nos vino la caballería y esto se perdió” fue Juan José Rondón un coronel negro de Venezuela, quien dio esperanza a Bolívar al contestarle: «¿Por qué dice eso, general, si todavía los llaneros de Rondón no han peleado?» gracias a lo cual es tan conocida la frase: «¡Coronel Rondón, salve usted la patria!». Rondón y sus 14 lanceros, obligaron la retirada a las tropas españolas, y unos días más tarde, el 2 de agosto de 1819, en la Batalla del Puente de Boyacá, jugaron un papel de igual importancia durante la contienda.
A pesar de todo esto, en franca lid, lo único que hizo Bolívar fue colocar el asunto a discusión en el Congreso realizado en la Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821. Pese a esto, ni él, ni la mayoría de hacendados y patricios criollos estaban dispuestos a perder lo que ellos consideraban su propiedad, y por consiguiente las riquezas que la mano de obra esclavizada les representaba.
Así las cosas, los constituyentes argumentaban desde lo natural y lo religioso que la esclavitud era una institución legítima y sana en tanto que los esclavizados no contaban con las capacidades suficientes para regir sus vidas por sí mismos. Sin embargo, en las discusiones hubo algunas posiciones que, aunque pocas, apoyaban la emancipación.
Luego de muchas discusiones y múltiples votaciones, el congreso de Cúcuta de 1821 entre otras cosas decretó:
«Artículo 1° Los hijos de las esclavas que nazcan desde el día de la sanción de la ley serán libres, y como tales se inscribirán sus nombres en los registros cívicos de las municipalidades y libros parroquiales.
«2° Será una obligación previa de los dueños de esclavos educar y mantener a los niños hijos de éstas que nazcan desde el día de la publicación de la ley, pero éstos, en recompensa, deberán indemnizar de los gastos impendidos en la crianza, prestando a aquéllos sus obras y servicios hasta la edad de 18 años cumplidos
Para saber más lea:
http://www.bdigital.unal.edu.co/4546/1116/ACTAS_DEL_CONGRESO_DE_C%C3%9ACUTA%2C_1821.html#qc
Tal como vemos, la esclavitud por la que el Almirante Padilla, el Coronel Rondón y muchas personas afrodescendientes lucharon no fue otorgada, si no condicionada a que los hijos de las esclavizadas nacidos libres debían servir a sus “amos” hasta los 18 años como pago por los gastos que estos habían tenido en su crianza. Si bien no existen cifras claras sobre la efectividad de la manumisión la conclusión de muchos investigadores es que fue un fracaso puesto que esta política llevó apenas a varias centenas de personas a la libertad.
Cabe señalar que:
“El 21 de julio de 1839 debía entrar en vigencia la ley de 21 de julio de 1821. Los esclavos nacidos a partir de dicha fecha cumplían 18 años y deberían declararse libres. La presión de los amos ante la injusticia de tener que liberar a quienes ellos habían sostenido durante 18 años llevó al Estado a buscar una conciliación. La ley del 27 de julio de 1839 ordenó a los curas formar y enviar relaciones de los hijos de esclavos que hubieran sido bautizados entre 1821 y 1824 y las Juntas debería entregar un documento a las esclavas notificándoles cuándo entrarían sus hijos en el goce de su libertad. Esta ley iba a tener poca eficacia, pues desde junio de 1839 se movilizaban y enfrentaban fuerzas del gobierno contra rebeldes del sur de Colombia. Se había dado comienzo a una gran guerra (1839-1842) que duraría mil días (el 19 de febrero de 1842 se dictó el indulto a los rebeldes)”. (Tovar Pinzón, Hermes – s.f.)
Y además:
“El fin de la guerra sólo alentaba vías conciliatorias por parte del gobierno que dictó la ley de 29 mayo de 1842, que prolongaba la dependencia de los esclavos otros 7 años mediante el concierto o lo que se llamó el aprendizaje. Es decir que los esclavos de 18 años serían presentados a los alcaldes quienes debían concertarlos a servir a su antiguo amo o a otra persona que pudiera «educarlo e instruirlo» en un oficio, arte o profesión. La ley era en apariencia generosa, pero fue una manera de preservar la esclavitud, ya que vino acompañada de disposiciones represivas como la de tratar a los concertados que se fugaran como vagos y en consecuencia ser perseguidos y enviados a formar parte de los ejércitos de la República”. (Tovar Pinzón, Hermes- s.f.)
Nos permitimos citar de forma textual estos apartes por la importancia de su contenido, es parte de la historia que no se encuentra en los libros y que por el contrario es negada en la narrativa colombiana al punto que “En la pluma de quienes durante el siglo XIX inventaron la historia oficial de la nación, la activa participación de los negros y los mulatos sólo había servido para acrecentar el desorden y sacar de su buen cauce el proyecto independentista”. (Ortiz Cassiani, Javier- 2010).
Esperamos que los elementos aquí expuestos muevan su curiosidad para indagar sobre la verdadera historia de Colombia, con lo cual podremos comprender que el racismo, la exclusión y la marginalidad han estado desde los inicios de la vida republicana de lo que hoy llamamos Colombia, pero que pese a ello, el pueblo afrocolombiano sigue resistiendo y aportando a construir un país desde todos los ámbitos de la vida.