Han pasado ya 60 años desde aquel fatídico 21 de marzo de 1960, en el que agentes de la policía en Sharpeville, Sudáfrica asesinaron a casi un centenar de sudafricanos que protestaban de manera pacífica en contra del régimen racista denominado “Apartheid”. Sin embargo, seis décadas después, el racismo y la discriminación racial no se ha eliminado de las dinámicas mundiales y continúa siendo un factor determinante de exclusión, violencia e injusticia social.
* La Asamblea General de la ONU estipulo el 21 de marzo como el Día internacional para la eliminación de la discriminación racial en 1966, instando a la comunidad internacional a redoblar sus esfuerzos para eliminar todas las formas de discriminación racial (resolución 2142 (XXI) ).
Es común hoy en día escuchar a muchas personas afirmar que no son racistas y que la discriminación racial e, “no existe ya”, “que esas son cosas del pasado”. Sin embargo, las manifestaciones del racismo en lo micro y macro dan cuenta que, pese a los esfuerzos de las comunidades e institucionales, este sigue en vigencia.
“En contra de la creencia de que el racismo está en declive en nuestras sociedades, los avances de la psicología social demuestran que el racismo está en constante transformación, y ha encontrado la manera de adaptarse a las normativas antirracistas para subsistir”. (Pascale, 2010, p. 66)
Hoy por hoy, en los tiempos de lo políticamente correcto, la discriminación racial es mucho más condenada en lo social, y en materia legal existen normas que sancionan penalmente, sin embargo, en el caso colombiano estas normas no son implementadas de forma efectiva, que ratifica que este tipo de prácticas no se eliminan solo con la norma:
“Las mentalidades son mucho más complejas y en ellas se superponen elementos pertenecientes a diversas matrices culturales, motivo por el cual no bastan los decretos ni las simples formulaciones para modificar las actitudes mentales y las practicas sociales” (Herrera, 2013, p. 23)
Además, frente a estos avances, el racismo ha mutado, toma diferentes formas y tiende a ocultarse en expresiones lingüísticas, creencias, actitudes, es decir en prácticas. Es preciso señalar que, el miedo al “otro” es originalmente una de las bases de los sentimientos racistas y de violencia. Este miedo se fundamenta en las diferencias construidas de forma perniciosa al unir al color de piel, etnicidad de una persona, con sus capacidades y dignidad favoreciendo la discriminación y el sentimiento de superioridad de ciertos grupos sociales frente a otros.
A estas formas de discriminación racial se las ha denominado Microracismos. Los microracismos consisten en expresiones racistas que por su sutileza se camuflan en “chistes” y frases que por su frecuencia y uso cotidiano se van normalizando en la sociedad. La cotidianidad con la que se esparce hace casi imperceptible la violencia racial que contiene e impide su reconocimiento y por consiguiente, un abordaje adecuado para su eliminación.
Al igual que sucede con el racismo directo y aquel que se manifiesta desde las instituciones, estas expresiones atentan no sólo contra la dignidad de las personas racializadas, sino que también afectan su integridad y el desarrollo del ser particular y colectivo.
En ese sentido, el lenguaje es un escenario donde el racismo y la discriminación racial se expresan. Es por esto que una buena parte de la población y algunas personas negras del escenario académico e investigativo y activistas han acuñado el término Afrodescendiente como una forma de desligarse de la palabra “negro”, de uso despectivo que fue impuesta por lo esclavizadores, y que posee toda la carga colonial, deshumanizante, negativa y peyorativas que diferencia unos seres de otros.
Es por ello, que desde la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas C.N.O.A. no sólo trabajamos en aquellos procesos necesarios para consolidar el autorreconocimiento étnico-racial del pueblo afrocolombiano y la visibilización de sus aportes a la construcción de país, sino también proponemos un dialogo intercultural respetuoso y en condiciones dignas y entre iguales que permitan y promuevan el respeto de las diversidades étnicas y culturales presentes en Colombia.
Consideramos que, en la lucha contra el racismo y la discriminación racial en todas sus manifestaciones, es fundamental una educación intercultural que no tolere y rechace radicalmente las expresiones y prácticas discriminatorias, racistas, excluyentes y violentas, desde el respeto de nuestras identidades, saberes y humanidad.
Mientras el racismo continúe existiendo, la humanidad entera debe seguir aunando esfuerzos para erradicarlo en los ámbitos públicos y lo privados, en lo macro y lo micro, sancionando de forma contundente las violencias frontales o sutiles que deshumanizan a los pueblos étnicamente diferenciados.
REFERENCIAS:
Pascale, P. (2010). Nuevas formas de Racismo: Estado de la cuestión en la psicología social del prejuicio. Prensa Médica Latinoamericana. IV (1) 57-69.
Serradell, O., Munté, A., (2010). Dialogicidad y poder en el discurso racista y antirracista Revista Signos / 43 Número Especial Monográfico Nº 2 343-362
Martínez P.; Rodriguez J.; y Rodriguez I.; et. (2018) “La invisibilidad de los microracismos”, Micro espacios de investigación 7: 40-51.